¿Por qué enviamos desnudos?

“¡Sorry, i´m not sorry!”

Un vistazo a la galería de nuestros móviles es más que suficiente para apreciar que en la actualidad las formas de exhibicionismo han cambiado. Un detalle de esto es la cantidad de plataformas para monetizar, y expandir el poder de visualizaciones de estas fotografías encantadoras.

Los innumerables posts para Instagram con algunos desnudos desvanecidos por unas cuantas “x” en los pezones, es lo que nos encanta de las redes sociales. El exhibicionismo permitido en nuestros feed hace parte de nuestro apareamiento moderno, con solo una pizca de piel ya estamos en el juego.

Pilas de packs clandestinos vuelan por todas partes en la web, lo que era privado y ahora es público se mueve de un número de teléfono a otro por wathsapp o Telegram. (En este momento el competidor y muy de moda), arrojando información personal y gutural a las masas en forma de ensayo.

Una vez más la generación que no tiene miedo de ir a la casa de un extraño para tener relaciones cumple con su objetivo.

Según una encuesta reciente de GQ, el 40% de los jóvenes de 16 a 24 años estuvieron de acuerdo en que enviar desnudos era la nueva normalidad. Sin embargo, este fenómeno no evidencia la realidad. ¿El receptor realmente quiere esto? o ¿el verdadero placer reside en el remitente?

La foto pijas o foto pollas como les dicen los españoles están en todas partes, ahora bien, es imposible identificar el momento cuando llegara un regalito de este tipo. La mayoría de las primeras veces quizá sea encantadora siendo un flash, algo kinky. Al final, y en el caso que estas fotos sean con consentimiento, solo serán una revisión de calidad antes del negocio.

Puede que no sean vitales en las relaciones, aunque se ha convertido en un rito de la actualidad o incluso fundamental de la participación romántica con otro sujeto, siempre están a la orden del día. Por supuesto hay numerosas excepciones a todas las reglas, pero es notorio que pocos de nosotros estamos pidiéndole fotos de desnudos a nuestros posibles prospectos.

Naturalmente existe el temor de compartir la desnudez, de hecho, todos sin excepción conocemos historias muy crueles sobre este fenómeno. Las personas prefieren enviar fotos lascivas en lugar de ediciones frontales completas cuando muestran sus caras o los lugares donde viven, la eliminación de algunos detalles descriptivos es necesaria para mantener la calma y la lujuria.

Volviendo a los deseos del que recibe, las fotos, y esto aclarando que la situación sea totalmente consensuada, son solo una forma de mostrar nuestros fetiches. Los posibles escenarios donde podemos desenvolvernos, en particular en esta época de cuarentena donde una y otra vez mutilan nuestras posibilidades de salir.

Acerca de la cuarentena y el desnudo hay mucho que decir, sobre todo en una época marcada por el exhibicionismo a partir de las cámaras de nuestro teléfono, esto comprueba que fotografiarnos con lo que nos mandaron a la tierra es todo un arte. Este medio al final paso de ser un arma de doble filo a glorificar nuestros cuerpos de maneras que nos permitan percibir las formas humanas como trazos en una pintura. asimismo, él envió de estos desnudos solo son el impulso para encontrar audiencia de lo que nos sentimos orgullosos.

Para finalizar, la pregunta que nos interesa es: ¿realmente la gente quiere que el envió de desnudos se vuelva nula? Por supuesto que no. Los estímulos son necesarios en la modernidad. Debe haber consentimiento antes de enviar fotos estimulantes a una pareja desprevenida, es imprescindible, deben existir límites y desnudos solicitados. No tienen que ser algo malo, en este post tratamos de defender el cuerpo en su forma natural y celebrar los resultados de los envíos bienaventurados.  

scroll-to-top